¿He trovado alguna vez?
Ciertamente. Todos lo hemos hecho cuando nuestros corazones se enamoraron, y de él emanaron palabras de ánimo al ser amado. No necesariamente en verso o prosa, ni poemas como los de los poetas más ilustres que hemos conocido; halagos que nacen de amores unidos en el deseo de edificarse y amarse.
El alma, el centro de control del cuerpo dado por Dios, perece sin palabras dulces que reflejen el interior más sutil y oculto. Ella, el alma, se sonroja al escuchar alagues predilectos que da sentido al camino más pedregoso que uno pueda enfrentar. Los caminos tormentosos que una vez recorrimos se calmaron con un «te amo», «te quiero», o simplemente un agradecimiento expresado con ternura. Los más brutos también aman, dirá algún proverbio…
En estas páginas de trovador, encontrarás palabras de reconocimiento de un ser que amó con locura, hasta el punto de dar la vida por los demás.
